La sesión un viaje somático
- Federico Bouzas
- 10 mar 2020
- 7 Min. de lectura
Me cuesta explicar lo que hago cuando trabajo, si hace rato que no tengo una sesión la labor es casi imposible.
Entonces llega un paciente, completamente nuevo, y me queda la sensación en todo el cuerpo de placer y agradezco por tener un trabajo tan hermoso.
Voy a compartir este viaje
Comenzamos Mate de por medio, sabor a mate con yuyitos y miel, ¿querés contarme porque viniste?.
Me cuenta, que su trabajo ahora es medio una locura, que de tener una rutina fija y saludable paso a tener todo desordenado y la llevo a tener un dolor muy fuerte, se toca por la espalda con la mano derecha, me cuenta que sube y últimamente llega al cuello. El trabajo nuevo le gusta, pero es muy estresante de momento.
En otra época me hubiese detenido a flashar diagnósticos, hoy fue ok, vamos a tocar ahí, y vemos que pasa.
Le cuento como trabajo. Que la idea es que ella pueda realmente recibir lo que está necesitando todo el tiempo, que cualquier sensación que surja me la comparta, y que si necesita otra cosa sea en cuanto a tipo/cantidad de presión o lugar que me lo comparta sin drama.
Le propongo que se acueste, de costado dejando arriba el lado que duele, me sorprende contándome que es de ambos lados, me sorprende insisto, porque las dos veces que se había tocado había tocado del lado derecho.
Bueno empecemos por un lado le digo, y deja el derecho arriba.
Acá voy a hacer una pausa para sumar algo teórico. Yo quiero que la persona siempre elija en base a su sentir, y que me cuente que eso que siente, pero a veces el lenguaje no verbal es un poco más verdadero, cuando alguien se toca en un lugar, es muy probable que ese sea el lugar que más le duele, luego viene la parte que interpreta ese sentir y puede nombrar y ahí quizás nos hacemos un poco de lio.
Me siento, coloco la mano en “el lugar” que vi que se había tocado antes, sorpresa 2, ¿es ahí? Le pregunto. No un poco más arriba.
Subo la mano una palma entera, si ahí, joya, nada que ver a donde estaba. Le digo que lo bueno de no estar en el lugar correcto es que ella puede darse cuenta cual si es el lugar correcto donde debería estar.
Ahí me quedo, escuchando estando acompañando, sintiendo, respirando, volviendo a mí, cada tanto le consulto como va, si sigue siendo ahí, y si seguimos ahí.
Para contarte lo que siento en este primer momento tendríamos que ser piscianos pero voy a intentarlo.
Al principio siento el dolor, la tensión se siente como raíces en todas direcciones, la tensión corta la respiración, las vértebras ni se sienten, los músculos duros como espasmados. Se que es una ilusión, se que esa no es la verdad de la zona por eso nunca digo cosas como “ufff que contracturada que estás” porque esto al rato ya no existe más, se derrite como se derrite la manteca, solo con apoyar la mano e invitar a expandir internamente desde la respiración, se empieza a sentir la verdad del lugar. La verdad de ahora, lo que hay es dolor y ese dolor pide al cuerpo muscular que inhiba el movimiento en la zona.
Me llama la atención el hombro, también ahí hay dolor, recuerdo que ella lo nombro, y voy hacia ahí.
Mi mano izquierda sigue en el lugar que me marco al principio, la otra toma la cabeza del hombro y lo lleva suavemente a un lugar donde la tensión disminuye.
Imaginen la cabeza del hombro como un perro y los músculos como sogas, cada soga de diferentes tamaños esta atada a diferentes postes, cuando el perro tira demasiado en algunas direcciones y esa soga siente que no puede contenerlo, se tensa mas y se acorta, esto hace que el perro cada vez pueda moverse menos y en algún punto se sienta ahogado, lo que hay que hacer es acercar al perro al poste que tiene la soga mas corta(pero suavemente para que las otras sogas no se tensen) y ahí quedarse hasta que esa soga recupera la confianza, siente que puede sostener al perro, y vuelve a su largo original.
Si te imaginas un perro con 3 correas lamento decepcionarte, pero el hombro tiene unos 20 músculos que lo mantienen en su posición, y además cada musculo tiene miles de fibras musculares sogas. Así que es un trabajo súper sutil y muy desafiante.
Aprovecho que tengo dedos largos y mientras sostengo con el antebrazo su codo, con la palma de la mano el acromion y cabeza del humero toco con los dedos índices y mayor ese pack de sogas que están en tensión en este caso del trapecio, y ahí me quedo hasta que suavemente se van liberando y relajando esas fibras.
Mi otra mano sigue en la zona en la que empezamos trabajando, ya se sienten los huesos, se siente también alguna relación con la zona de debajo de las costillas, zona de hígado.
Pero sigo en el hombro, por arriba de la clavícula siento otras líneas muy tensas, son los escalenos, elevo lentamente el hombro hacia la oreja y toco ese musculo hasta que lo siento aflojar.
Comienzan unos movimientos que pretenden deslizar el omoplato por la espalda, suave, siento que ella sutilmente me ayuda, le pregunto como va, y me dice que le re copa okey, seguimos, cada vez hay menos ayuda o resistencia, no estoy seguro de que era.
Luego hago algunos movimientos más grandes y estiramientos, y dejo el brazo para seguir. Siempre chequeando si esa propuesta es algo que ella está buscando, o desea.
Toco en la panza, la zona de hígado, pregunto ¿duele acá?, si, la cara se contrae, duele tipo pinchazo, me quedo ahí, con distintos apoyos, distintos niveles de presiones (entre cambio y cambio pasan minutos), nos colocamos boca arriba y seguimos, mi otra mano sigue donde empezamos, va cambiando también el contacto ahí, a veces presiona con los dedos otras no, pero el lugar sigue siendo el mismo, ya van como 20 min de sesión y esa mano sigue ahí, cada rato que presto atención, el paisaje que toco en ese lugar está completamente distinto a lo que era hace un rato atrás. Trabajo la zona de hígado, al rato me pregunta que hay ahí, el hígado le cuento, le cuento cual es la función del hígado, una vez que se siente aliviado, sigo con lo próximo que me llama la atención. Más abajo en la panza, se nota que, por encima de las crestas iliacas y toda la zona del centro de la panza el tono desaparece, se hunde, no siento vitalidad, no siento el movimiento de la respiración, la invito a respirar ahí, y cuesta que el aire llegue, que la zona se infle, traer el aire ayuda a conectar esa zona al cuerpo, le pregunto qué siente y sí siente que le cuesta mucho, lo hacemos durante un rato hasta que el aire llega con claridad.
Hacemos una pausa en la sesión, está copada con lo que está pasando, me cuenta que hubo sensaciones de tensión en los hombros que había algo fuerte en la zona del hígado pero que al trabajar ahí más abajo en la panza algo se abrió, bajo y circulo, mi sensación era justamente esa, toda la energía en la parte alta del cuerpo, del diafragma para abajo, poco y nada, le pregunto que siente en las piernas, me cuenta que las siente como dormidas, vamos para allá.
-Hace rato percibí que había tensión en mandíbulas, en este momento de la sesión lo vuelvo a pensar, pero hasta ahora ella no me conto nada sobre eso.-
Vamos a las piernas y en vez de intentar hacer algo yo para “despertarlas” le propongo algunos ejercicios de empujes con resistencia, que conecten las piernas con la fuerza del abdomen, luego de varios tipos de ejercicios distintos, ella se percibe más conectada y las piernas más vitales.
Como seguimos? Si siento algo en cuello, me dice ¿y mandíbula? le pregunte, si también.
Ahí vamos, trabajamos con contacto, en la base del cuello casi a la altura de los omoplatos, luego fuimos subiendo, en un lugar sentí una vértebra que al tacto parecía completamente en otra posición, le pregunté qué onda y me dijo que sí que ahí sentía algo. Otra vez sé que es una ilusión que eso que siento es apariencia, que si le doy tiempo se revelara otra cosa.
Con ese contacto la invito a que diga que si con la cabeza, y su woooow fue hermoso, algo descubrió no sé qué, yo sentí tensión a los lados del cráneo, le pregunte qué onda me dijo que si, ahí trabajamos hasta que alivio y fuimos la mandíbula, que lado, el derecho también, trabajamos más intenso, avísame si duele, todo va joya, uhhh ahí está buenísimo, un punto en la mandíbula, en el que caí.
Una vez que siento eso aliviado, voy a hacer algunos movimientos de cuello con presión sobre la vértebra esta que ya no es lo que era, pero sigue en tensión, y le voy preguntando qué tal. - si está buenísimo.
Por último estiro el cuello hacia el costado, estirando una fibra que siento aún en tensión, al dejar de estirar vuelve la cabeza sola al centro como si estuviese flotando.
Me cuenta que aún siente algo en los hombros. La invito a ponerse boca abajo con un almohadón en el pecho y trabajo con los tenares de mi mano en la zona con intensidad. Además, hago presiones sobre la columna, ella siente que esta por sonar, yo también, pero no sucede y no hay necesidad de forzar nada, ¿como estas? Bien siento la espalda completamente diferente.
Le propongo que se siente, hacemos una torsión hacia la derecha, nos quedamos un ratito abriendo.
Luego el otro lado, quizás suena, pensé, no sonó.
Luego una rodilla en la zona de su espalda donde comenzamos, y la invito a acostarse hacia atrás, haciendo una apertura de pecho mientras trabajo con mis dedos en los pectorales.
Volvemos lentamente al eje.
¿Como estas? Súper.
¿Y yo como estoy?, feliz!

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